¿Qué es “tiempo de calidad”?
Por la palabra “calidad” se puede pensar que es “tiempo agradable”, pero ¿tener un conflicto más o menos desagradable y solucionarlo no es tiempo de calidad? ¿Tomar una decisión familiar que quizá no guste a todos tampoco lo es? ¿Decir «no» a un hijo para un bien mayor lo es? ¿Asumir consecuencias? ¿Perder el tiempo mientras se podía hacer otra cosa?
Por otro lado: ¿hacer un “super plan familiar” significa siempre “tiempo de calidad”?
¿Y si alguno no lo ha disfrutado como esperaba? ¿Y si han surgido problemas o peleas? ¿Si alguno aún estando presente se ha sentido “fuera”?
Después de 26 años intentando gestionar junto a mi marido una familia muy numerosa, llego a la conclusión de que no hay fórmulas mágicas, y además cualquier plan muy bien intencionado puede volverse lo contrario en un segundo porque somos personas con limitaciones, con alma, sentimientos y pensamientos distintos. Esto, que es precisamente lo que nos hace únicos, hace también que en ocasiones no nos entendamos o no estemos en el mismo punto.
Hay momentos en la vida en los que, aparentemente, no estás dando a tus hijos ese tiempo. Creemos que no llegar a cubrir sus caprichos, no ir a hacer planes excepcionales, no tener unas súper vacaciones o, simplemente no llegar a educar en la teoría perfecta nos hace peores padres. Yo diría más bien que aprender del día a día de la manera que se presente, adaptarnos y reconocernos limitados, capaces de errar y levantarnos, hace a la familia más fuerte.
Los hijos pueden aprender mucho en la precariedad y al ver una familia que se levanta de las caídas y los errores.
Vivimos en un tiempo en el que los padres nos quejamos de no tener tiempo, y es cierto, pero tampoco el tener todo el tiempo asegura que este sea de calidad.
Ideas para convertir momentos del día a día en tiempo de calidad:
- Aprovechas los traslados en coche en el que alguno te cuenta lo que considera muy importante o algo que le ha sucedido en el cole es una oportunidad para asentir por el espejo haciendo que sienta que te importa y que le comprendes, es calidad.
- Mirar y sonreir a tu hijo en lo cotidiano. Por ejemplo: cuando tu hijo está intentando coger una hormiga con sus manos rechonchas y al levantar los ojos ve que tú le estás mirando, le sonríes y animas a seguir con un gesto.
- Hacer juntos las tareas de casa. Por ejemplo: al doblar la ropa con uno de ellos y que al acabar puedas decirle: “me encanta estar contigo”.
- Dar un abrazo cuando se enfade. para que pueda calmar la ansiedad de una rabieta (por algo que no ha conseguido, o que no va a conseguir).
- Compartir con él o ella lo cansado que estás y poder pedir y aceptar su ayuda, es calidad.
- Cocinar juntos. Cuando se hace un bizcocho quizá por puro aburrimiento, pero resulta que es el preferido de su hermano y se lo comen en 2 min juntos, eso es calidad.
Como idea final, todo aquello que haga a un miembro de la familia sentir que pertenece a ese núcleo, que importa y que puede aportar cosas buenas, son momentos de calidad. Y, además, sentir que se puede equivocar y que allí recibirá la ayuda necesaria para levantarse de nuevo es tremendamente sanador.
Hay un momento que quiero compartir que me ocurrió hace poco. Por circunstancias varias tuve que pedir a mi hijo de 2 años que me acompañase a poner una lavadora en el piso de abajo. La realidad es que no debía dejarle solo y que no tenía tiempo para esperar que alguno le vigilase. Entonces, él, que recibió un mensaje de “tú puedes ayudarme y quiero estar contigo” (aunque no fuera la primera intención), dándome la manita me dijo: “te quiero mucho mami” (con su lengua de trapo). En ese momento algo me impulsó a sentarme en el escalón, mirarle a los ojos y decirle: “Gracias cariño, yo también te quiero mucho”.
Claramente no fue un momento costoso económicamente, ni un plan extraordinario, tampoco me quitó mucho tiempo, pero evidentemente supuso un momento de “tiempo en familia de mucha calidad”.
Dejemos que nuestro instinto de padres nos guíe acompañados de personas que nos aporten en esta labor y tengamos en cuenta que: “el amor salvará al mundo” y que: “El amor siempre vence” (San Juan Pablo II).
Autora: Leticia Rodríguez Martínez. Profesora de Educación Infantil y esposa y madre de ocho hijos. Colegio Maria Teresa