Hoy en día, con la escolarización temprana de los niños, y nuestros horarios laborales, la gran mayoría de nosotros no comemos en casa. Los comedores escolares se han convertido en nuestros grandes aliados para conciliar vida laboral y familiar. Eso nos lleva a que se esté perdiendo algo que antes era mucho más habitual: comer en familia.
Beneficios emocionales y educativos de comer juntos
Desayunar, comer o cenar todos juntos, supone un momento de unión (a veces también de discusiones), de poder compartir información, de organización del día con todas las tareas y eventos familiares que tengamos a la vista, etc.
Pero más allá de eso, comer o cenar en familia es un eficaz medio para el diálogo, la conversación familiar y la educación de nuestros hijos.
Respetar ese momento, compartir toda la familia un tiempo y que ellos sean partícipes aunque sean pequeños conlleva más aspectos positivos que el hecho de no hacerlo.
Muchos estudios llegan a la conclusión de que en las familias que comen o cenan juntos la relación es mucho mejor, aumenta la calidad del estudio entre adolescentes, y disminuye el riesgo de consumir drogas, alcohol y el uso sin control de pantallas.
Para ello, lógicamente seremos los adultos los que nos adaptemos al principio a los horarios infantiles. Cenar pronto para que los más peques puedan sentarse alrededor de la mesa y contarnos lo que hemos hecho durante el día es algo que ellos irán interiorizando como una rutina más de su vida.
Fomentar ese diálogo, la buena relación entre unos y otros, que ellos se sientan protagonistas y parte importante del núcleo familiar son varios de los aspectos positivos de poder sentarnos todos juntos alrededor de la mesa.
Será un momento en el que ellos también tendrán su tiempo para contar y compartir sus historias, tan importantes para ellos. Qué tal ha ido nuestro día, y el suyo en el colegio. animarles a contarnos sus problemas, haciéndoles partícipes también de lo que hemos hecho mamá o papá a lo largo del día. Si nos acostumbramos y les acostumbramos a ello desde pequeños, será mucho más fácil que según vayan creciendo nos sigan contando sus vivencias, problemas, preocupaciones, etc
Normas y hábitos para crear un ambiente familiar saludable
Pero este momento también será un tiempo para introducir normas familiares (que en cada casa serán distintos):
- No introducir dispositivos en las comidas. Esto, lógicamente será válido para mayores y pequeños. No podremos decirles que no pueden cenar con el móvil si nosotros estamos con él en la mesa.
- No comer con la televisión encendida.
- Respetar los tiempos de conversación. Esto suele resultar un problema con niños pequeños.
- No levantarnos de la mesa hasta que hayamos terminado todos. Cuando hay varios hermanos es muy típico que si uno ha terminado se quiera ir, lo que conllevará a que otros quieran hacerlo, hayan terminado o no de cenar.
- Ayudar a poner la mesa o retirar los platos al finalizar, colaborar en la recogida, etc. Esas pequeñas tareas del hogar en las que ellos pueden ser partícipes.
- Potenciar también la higiene personal: nos lavamos las manos antes de sentarnos a la mesa, o los dientes cuando terminemos.
Esta magia de sentarse alrededor de una mesa, que con la vorágine de nuestro día a día se está perdiendo, es una forma maravillosa de unir lazos, de hacer planes familiares, de contar y revelar nuestras inquietudes, ilusiones y quizás algún secreto. Tiempo mágico para introducir valores y crear lazos familiares que les ayudarán cuando sean mayores. Esos momentos que recordarán y les acompañarán el resto de su vida.
Lucía Jorquera. Colegio Nclic