Cada año, cada curso y cada clase son diferentes, y como buen maestro es esencial adaptarse a las cualidades y necesidades de cada alumno. No siempre funciona lo mismo para todos, por lo que es necesario contar con una variedad de recursos disponibles para que el aprendizaje pueda llegar a cada uno.
¿La mejor metodología? En primer lugar, siempre será aquella que se hace desde el corazón, con cariño. Todo lo que se hace con amor tiende a dar buenos resultados. Ahora bien, después de esto, ¿Qué podemos hacer en el aula para conectar con nuestros alumnos?
Si combinamos distintos métodos, podemos contar con una amplia gama de posibilidades. A través del juego, podremos motivar a cada alumno, despertando su interés y ganas de aprender.
De María Montessori, podemos aprender el valor del orden, la concentración, el cuidado del material y la relación con la vida cotidiana.