Facilitar un entorno propicio para su crecimiento es la clave para encontrar avances significativos.
La autonomía infantil tiene varias finalidades: enseñar a los pequeños a realizar tareas cotidianas y asumir normas y respetarlas. Todo esto contribuirá a la adquisición de habilidades y actitudes que permitirán en un futuro próximo desenvolverse de manera independiente y responsable en cada etapa y circunstancia de su vida y ganar en seguridad.
A continuación se detallan algunas claves y objetivos para ayudar a los más pequeños a crecer en autonomía y qué ámbitos tenemos para trabajarlo:
3 Claves para conseguir la autonomía:
- La Mirada: Observando al niño cada día, sus progresos y avances. La observación diaria del niño implica prestar atención a sus acciones, reacciones y logros. Esto permite a los adultos entender mejor sus necesidades, intereses y habilidades en desarrollo. Al dedicar tiempo a observar, se pueden identificar oportunidades para apoyar y estimular el crecimiento del niño de manera más efectiva. La frase «Si confías, te sorprenderás cada día» resalta la importancia de confiar en el proceso de desarrollo del niño, reconociendo que cada día puede traer nuevas habilidades y descubrimientos.
- El Vínculo: Es la llave de la autonomía. Establecer un vínculo sólido con el niño es esencial para su desarrollo emocional y social. Un apego seguro proporciona la base para que el niño explore el mundo de manera autónoma, sabiendo que tiene un punto de apoyo emocional. El diálogo abierto y la comunicación efectiva fortalecen el vínculo. Escuchar activamente, expresar empatía y estar presentes emocionalmente contribuyen a la construcción de una relación segura y positiva. Reforzar positivamente las interacciones fomenta la confianza y la autoestima del niño, permitiéndole desarrollar una sensación de competencia y autonomía.
- El Tempo de la Infancia: Debemos frenar nuestra velocidad como adultos. Reconocer el «tempo» o ritmo propio de la infancia implica comprender y respetar el proceso de desarrollo individual de cada niño. No todos alcanzan hitos al mismo tiempo ni de la misma manera. Frenar la velocidad como adultos implica ser pacientes y permitir que el niño explore, aprenda y crezca a su propio ritmo. Evitar comparaciones innecesarias con otros niños es esencial para cultivar un ambiente de aceptación y respeto hacia las diferencias individuales. En resumen, la mirada atenta, la construcción de vínculos afectivos y la consideración del ritmo individual de cada niño son elementos clave para apoyar un desarrollo infantil saludable y fomentar la autonomía.