Autoría: Lucia Jorquera


13 de noviembre de 2024

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Para ello es fundamental crear un apego seguro en nuestros bebés, es decir, un vínculo emocional seguro y  sano. Una relación con nosotros basada en la confianza y el afecto que les irá proporcionando,  según vayan creciendo,  una buena autoestima y las herramientas necesarias para ir poco a poco enfrentándose a la vida.

¿Cómo podemos construir un apego seguro?

Para comenzar, tenemos que aceptar a nuestros hijos e hijas tal y como son. Respetar lo que sienten y cómo lo sienten. Solo así podremos ayudarles a gestionar los problemas. No podemos pretender que un niño se acepte a sí mismo (o a los demás) si nosotros no les proyectamos eso mismo. Eso no significa que: “como estoy furioso, puedo agredir al de al lado, o romper un objeto”. Habrá que ir enseñándoles precisamente a eso, a gestionar esas emociones, entendiéndolas y encaminándoles a saber expresarlas y controlarlas.

Si desde pequeños estamos a su lado, mostrándoles nuestra empatía, nuestro cariño y nuestro apoyo, ellos sentirán seguridad, serán capaces de mostrar lo que sienten, de expresar cómo se sienten de manera adecuada y aprenderán a gestionarse. Ellos sabrán que nosotros siempre estaremos a su lado si nos necesitan, y así mismo se sentirán con la seguridad y confianza en nosotros para pedirnos esa ayuda, sin miedo al rechazo, sin miedo a sentirse incomprendidos. Esto está muy unido a la exploración de su entorno (físico y social). Si no les damos confianza y seguridad en sí mismos, no serán capaces de soltar nuestra mano para explorar, para relacionarse con otros. 

Tenemos que estar ahí para atenderles, ayudarles a calmarse (cuando son pequeños no saben hacerlo solos). ¿Por qué un bebé que está llorando,  cuando su madre le coge se calma? Por ese vínculo, esa tranquilidad y seguridad que siente con ella. Quizás no sepamos qué le pasa o cómo le podemos ayudar, pero ese simple abrazo ya es un mundo para ese bebé.

Cuando son un poquito más mayores (2-3 años) muchas veces no saben lo que les pasa, o no son capaces de verbalizarlo. Se sienten desbordados (y nosotros como adultos también) pero un abrazo, sentarnos  a su lado y hacerles ver que estamos con ellos les tranquiliza, se van relajando y a partir de ahí es cuando podemos empezar gestionar el problema. Siempre desde la calma.

No solo el contacto físico es importante, sino el contacto visual, la escucha activa. Sentirnos escuchados, ver como papá o mamá le están mirando, observando y escuchando les hace sentir que realmente nos importa lo que les está pasando. A nadie nos gusta estar hablando a otra persona y que no nos mire a la cara, o parezca que no nos está escuchando porque a la vez está haciendo otra cosa. Démosles la importancia que se merecen. No podemos atenderles si a la vez estamos contestando a un mail o poniendo la cena. No cuesta nada dejar un momento lo que estemos haciendo y dedicarles la atención que merecen. 

Otra parcela importante del apego seguro es darles la confianza en sí mismos necesaria para que vayan afrontando solos sus pequeñas inseguridades, vayan enfrentándose a su pequeños-grandes retos. Ellos son capaces, pero muchas veces nuestros propios miedos no nos permiten dejarles “volar”. Tienen que aprender a saltar, caerse y levantarse. Y ahí estaremos nosotros si nos necesitan, pero muchas veces nos adelantamos a esa caída por evitar que sufran, sin darnos cuenta de que no les estamos haciendo ningún favor siendo su colchón permanente. Caemos en la sobreprotección.

Crear un apego seguro desde el nacimiento nos dará un niño con buena autoestima, confianza en sí mismo, y con las herramientas necesarias para poco a poco enfrentarse al mundo. 

Autor: Lucía Jorquera (Colegio Nclic)

Autoría: Chema


4 de noviembre de 2024

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Cada año, cada curso y cada clase son diferentes, y como buen maestro es esencial adaptarse a las cualidades y necesidades de cada alumno. No siempre funciona lo mismo para todos, por lo que es necesario contar con una variedad de recursos disponibles para que el aprendizaje pueda llegar a cada uno.

¿La mejor metodología? En primer lugar, siempre será aquella que se hace desde el corazón, con cariño. Todo lo que se hace con amor tiende a dar buenos resultados. Ahora bien, después de esto, ¿Qué podemos hacer en el aula para conectar con nuestros alumnos?

Si combinamos distintos métodos, podemos contar con una amplia gama de posibilidades. A través del juego, podremos motivar a cada alumno, despertando su interés y ganas de aprender.

De María Montessori, podemos aprender el valor del orden, la concentración, el cuidado del material y la relación con la vida cotidiana.

 

 

También podemos incorporar el cubo de aprendizaje, inspirado en Reggio Emilia. Este método estimula todos los sentidos y potencia tanto la capacidad emocional como intelectual de cada alumno. Usamos una gran variedad de materiales que podemos adaptar según la temática y las fechas del calendario. En este caso, hicimos una propuesta otoñal, basada principalmente en el color amarillo, en una clase de 1 a 2 años.

El cubo de experiencias es un juego libre que permite a cada niño explorar a su propio ritmo los elementos a su alrededor, desarrollando su imaginación y su deseo de descubrir y aprender.

 

 

¿Qué más actividades podemos incluir en el día a día? ¡La tuff tray! Curiosamente, su origen está en el Reino Unido como una bandeja grande y resistente pensada para mezclar cemento en obras de construcción, pero pronto se volvió popular en la educación infantil. Ofrece una gran variedad de usos: actividades sensoriales, juegos de agua, propuestas temáticas, y mucho más. Su tamaño permite que varios niños jueguen juntos, explorando los diferentes materiales de forma creativa.

 

 

Y para finalizar… ¿Qué opinamos de las fichas? No son tan malas si se usan ocasionalmente. Permiten reforzar el contenido trabajado y centrar la atención en un espacio reducido durante unos momentos, ayudando a los niños a concentrarse desde edades tempranas. Son muchos sus beneficios ya que nos ayudan a desarrollar habilidades motrices finas, como el trazo y la coordinación mano-ojo. 

Desde la etapa de infantil es importante entender que no existe una única metodología válida en la enseñanza; en realidad, cada enfoque tiene sus propias ventajas. 

Al integrar en el aula diversas estrategias y técnicas, podemos ofrecer una experiencia de aprendizaje más rica y variada. Esto no solo es enriquecedor para el desarrollo de los niños, sino que también les permite explorar diferentes formas de aprender y crecer. Al valorar y aplicar metodologías variadas, estamos construyendo una base sólida para un futuro lleno de posibilidades.

En resumen, si combinamos un poco de cada método, podemos formar grandes personas con grandes futuros, los días serán mucho más amenos y más divertidos, ¡A por ello!

Autor: María Jesús Olmo  (Colegio Alborada)

Autoría: Pilar Miguel


17 de septiembre de 2024

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La etapa infantil, especialmente durante los primeros tres años de vida, es crucial para el desarrollo cognitivo de los niños. Durante este período, el cerebro está en constante crecimiento, y actividades simples pueden ayudar a fomentar la memoria y las habilidades cognitivas desde edades muy tempranas. Los padres juegan un papel fundamental en este proceso, y a través de juegos y actividades lúdicas, pueden estimular el desarrollo de la memoria de manera divertida y efectiva.

A continuación, te compartimos algunas ideas de juegos para ejercitar la memoria de niños en etapa infantil:

1. El juego del escondite con objetos

Este juego sencillo ayuda a los niños a desarrollar su memoria de reconocimiento y ubicación espacial.

  • Cómo jugar: Escoge un objeto familiar para el niño, como un juguete o peluche. Enséñaselo primero y luego escóndelo parcialmente debajo de una manta o detrás de un cojín. Anima al niño a encontrar el objeto.
  • Beneficios: Ayuda a los niños a recordar la ubicación del objeto, favoreciendo la memoria espacial y la concentración.

2. Canciones con movimientos

Las canciones son una excelente herramienta para mejorar la memoria verbal y auditiva.

  • Cómo jugar: Canta canciones simples con movimientos repetitivos, como «Los cinco lobitos» o «La vaca Lola». Involucra a tu hijo en los gestos, y repite las canciones varias veces.
  • Beneficios: Las repeticiones refuerzan la memoria auditiva y ayudan a los niños a asociar palabras con acciones, mejorando su capacidad para recordar y repetir secuencias.

3. Juegos de encajar formas

Las actividades de encajar piezas o formas no sólo desarrollan habilidades motoras, sino también la memoria visual.

  • Cómo jugar: Utiliza un juguete de formas geométricas donde el niño tenga que colocar piezas en los huecos correspondientes. Al principio, ayúdalo a recordar dónde encajan las formas, y poco a poco deja que lo haga solo.
  • Beneficios: Este tipo de juego refuerza la memoria visual y espacial, además de promover la resolución de problemas.

4. Cajas sorpresa

Este juego estimula la curiosidad del niño y su capacidad de recordar lo que vio anteriormente.

  • Cómo jugar: Llena una caja con diferentes objetos pequeños (juguetes, cucharas, pelotas). Muestra uno o dos objetos al niño, luego guárdalos y pregúntale cuál de los objetos vio antes.
  • Beneficios: Ayuda a los niños a desarrollar la memoria a corto plazo, al recordar los objetos que se les mostraron previamente.

5. Imitación de gestos

La capacidad de imitar es una forma en que los niños pequeños desarrollan sus habilidades cognitivas y su memoria.

  • Cómo jugar: Realiza gestos sencillos como aplaudir, señalar o tocar la nariz, y anima al niño a imitarte. Luego introduce una secuencia de gestos y observa si el niño puede recordar y reproducir la secuencia.
  • Beneficios: Este juego ayuda a los niños a mejorar su memoria secuencial y a recordar patrones de movimientos.

6. Juegos de parejas (Memoria visual)

Aunque los niños más pequeños quizás no comprendan por completo las reglas de un juego de memoria tradicional, puedes adaptar la idea a su nivel.

  • Cómo jugar: Coloca varias tarjetas boca abajo, con imágenes que el niño conozca, como animales o colores. Empieza con pocas tarjetas, y ve aumentando a medida que el niño crece y su capacidad de memoria se desarrolla. Anímalo a encontrar las parejas.
  • Beneficios: Este tipo de juego fortalece la memoria visual y la concentración.

7. Libros con repetición

La lectura es una excelente manera de mejorar la memoria, y los libros con historias repetitivas son ideales para los niños pequeños.

  • Cómo jugar: Escoge libros con frases o escenas repetitivas, como “Brown Bear, Brown Bear, What Do You See?”. A medida que leas, deja que el niño anticipe lo que sigue, ayudándole a recordar y predecir lo que viene en la historia.
  • Beneficios: Ayuda a los niños a fortalecer su memoria auditiva y verbal, además de fomentar el lenguaje.

8. Recordar rutinas diarias

Las rutinas también son una herramienta importante para ayudar a los niños a desarrollar su memoria.

  • Cómo jugar: Haz que el niño participe en las actividades diarias, como vestirse o recoger sus juguetes, y pregúntale cuál es el siguiente paso en la rutina. Por ejemplo: “¿Qué hacemos después de ponernos los zapatos?”.
  • Beneficios: Las rutinas diarias refuerzan la memoria secuencial y ayudan a los niños a recordar acciones y pasos de manera lógica.

9. Juegos de clasificación

Los juegos de clasificar objetos por color, tamaño o forma ayudan a los niños a mejorar su capacidad de observación y memoria.

  • Cómo jugar: Utiliza bloques de construcción o juguetes de diferentes colores y formas, y pídeles que los clasifiquen en grupos. Puedes ir aumentando la complejidad a medida que el niño progresa.
  • Beneficios: Fomenta el pensamiento lógico y la capacidad de recordar categorías y patrones.

10. El espejo mágico

Los juegos de observación y recuerdo son perfectos para desarrollar la memoria a corto plazo.

  • Cómo jugar: Coloca varios objetos en una bandeja y deja que el niño los observe durante unos segundos. Luego cúbrelos con una tela y retira uno de los objetos. Anima al niño a recordar qué objeto falta.
  • Beneficios: Este juego refuerza la memoria a corto plazo y la concentración, enseñando a los niños a prestar atención a los detalles.

Incorporar estos juegos a la rutina diaria no solo fortalecerá la memoria de los niños, sino que también creará momentos valiosos de conexión familiar. ¡Diviértete jugando y aprendiendo con tu pequeño!

Autoría: Chema


27 de junio de 2024

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Como padres y educadores, es vital comprender cómo una dieta equilibrada puede influir en la vida de sus hijos y qué pasos pueden tomar para asegurar que reciban los nutrientes necesarios.

La relación entre alimentación y desarrollo cognitivo

La nutrición juega un papel crucial en el desarrollo del cerebro. Nutrientes como los ácidos grasos omega-3, las vitaminas del complejo B, el hierro y el zinc son esenciales para el desarrollo cognitivo. Estudios han demostrado que los niños bien alimentados tienden a tener mejores resultados en pruebas de memoria, atención y resolución de problemas.

Sugerencia: Incluye en la dieta de tu hijo alimentos ricos en estos nutrientes, como pescado, nueces, verduras de hoja verde, carne magra y legumbres.

Impacto en el rendimiento académico

Una alimentación equilibrada puede mejorar el rendimiento académico de los niños. Desayunar, por ejemplo, está asociado con una mayor capacidad de concentración y mejores habilidades de resolución de problemas. Los niños que no desayunan suelen mostrar un rendimiento académico más bajo y tienen más dificultades para mantenerse enfocados en clase.

Sugerencia: Asegúrate de que tu hijo comience el día con un desayuno nutritivo que incluya proteínas, carbohidratos complejos y frutas.

Bienestar emocional y comportamiento

La alimentación también influye en el comportamiento y el bienestar emocional de los niños. Una dieta alta en azúcares y alimentos procesados puede llevar a fluctuaciones en el estado de ánimo y problemas de comportamiento. Por el contrario, una dieta rica en nutrientes puede promover la estabilidad emocional y un comportamiento positivo.

Sugerencia: Limita el consumo de azúcares y alimentos procesados en la dieta de tu hijo, optando por opciones más saludables como frutas, verduras y granos enteros.

Promoviendo hábitos alimentarios saludables

Establecer buenos hábitos alimentarios desde una edad temprana puede tener un impacto duradero en la salud de los niños. Los hábitos aprendidos en la infancia suelen mantenerse en la edad adulta, por lo que es importante fomentar una alimentación saludable desde el principio.

Sugerencia: Involucra a tu hijo en la preparación de las comidas y enséñale sobre la importancia de una dieta equilibrada. Hacer que participen puede aumentar su interés por probar nuevos alimentos saludables.

La importancia de la hidratación

No solo los alimentos son importantes; la hidratación adecuada es esencial para el bienestar general de los niños. El agua es fundamental para todas las funciones corporales, incluyendo el funcionamiento del cerebro y la concentración.

Sugerencia: Asegúrate de que tu hijo beba suficiente agua a lo largo del día, especialmente durante las horas escolares. Evita las bebidas azucaradas y fomenta el consumo de agua y jugos naturales.

Conclusión

Los padres y educadores tienen un papel fundamental en la promoción de una alimentación saludable en sus hijos y sus alumnos. Al proporcionar una dieta equilibrada y nutritiva, no solo están apoyando su crecimiento físico, sino también su desarrollo cognitivo, rendimiento académico y bienestar emocional. Implementar hábitos alimentarios saludables desde temprana edad es una inversión en el futuro de sus hijos, asegurándoles una vida más saludable y feliz.

Autoría: Lucia Jorquera


6 de junio de 2024

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¿Por qué retan los niños?

Los eventos que hacen que los niños desafíen a sus padres pueden ser muy variados e ir desde la negativa a acciones tan simples como bañarse, vestirse, recoger su habitación, saludar a alguien, salir de casa o de un lugar donde lo estén pasando bien, hasta cuestionar nuestras decisiones y mostrarse abiertamente hostiles.

Aquí lo verdaderamente importante no es el desafío, sino nuestra reacción, ya que de esto dependerá en gran medida, las futuras conductas que nuestros hijos presenten ante situaciones similares.

Los padres necesitamos armarnos de paciencia y permanecer tranquilos, ya que se trata de un periodo importante en el desarrollo infantil. Se trata de la fase de autoafirmación que suele desaparecer hacia los 6 años. Los desafíos forman parte de la exploración de los límites, son normales y adaptativos: cumplen una función. Pero esto no quiere decir que no necesitemos poner orden en estas conductas.

Algunos consejos a la hora de actuar ante estos comportamientos:

1.- La constancia es clave para controlar un desafío. Si imponemos consecuencias de manera intermitente, nuestros hijos no aprenderán que su comportamiento está mal y, de hecho, llegarán a pensar que en ocasiones obtienen beneficios a cambio y nos retarán siempre. Por lo general es recomendable mantener la calma en el momento del conflicto, corregir la mala conducta sin alterarnos, y posponer la reflexión sobre ello a un momento posterior, cuando ya esté calmado. Entonces deberemos explicar cómo nos hace sentir su conducta, establecer consecuencias negativas si las consideramos necesarias y escuchar cómo vive y cómo se siente él cuando actúa así.

2.- No entrar al juego: Debemos avisar sobre las consecuencias que habrá si siguen actuando de esta manera. Si tras esto persisten, tenemos que aplicar lo que hemos avisado. Esto a veces puede resultarnos difícil, sobre todo cuando volvemos cansados o estresados del trabajo, pero debemos evitar el típico comentario de “porque lo digo yo”, ya que no nos beneficiará en la extinción del problema.

3.- Usar el refuerzo positivo: No se trata de usar premios materiales (que a veces también podemos usar), sino el refuerzo social (abrazos, besos o lenguaje positivo). Esto hará que reforcemos el proceso de crecimiento y les animará a querer hacer las cosas bien porque a ellos les gusta ver que nosotros estamos orgullosos de ellos.

Esto lo tendremos que hacer no solo cuando haya habido un conflicto previo, si no en cualquier situación que sea propicia. Por ej: “Estoy orgullosa de ti…”, “me encanta cuando…”

Después, podemos usar el refuerzo de hacer una actividad que les guste, todos juntos: ir al parque, salir con el balón o la bici, o ir a comprar un helado

4.- Hablar de manera clara y directa: Hemos de ser claros en nuestros mensajes. Que entiendan claramente la orden, lo que hay que hacer y la consecuencia directa. Siempre es mejor hacerlo de manera positiva, que vean lo que ganamos: “Si nos vestimos rápido tendremos más tiempo para jugar en el parque”. “Si cenas bien, podemos jugar juntos un ratito antes de dormir”. Eso les hará querer hacer las cosas bien. Solemos tender a usar la consecuencia negativa de sus actos: “Si no cenas, te vas a la cama directo”. En el fondo, eso es usar de manera velada la amenaza, y si lo que quieren es buscar nuestro límite, puede que intenten ver si realmente lo cumplimos.

5.- Ser claros en las consecuencias: cumplir lo que hemos dicho. Para lo bueno y para lo malo, hemos de cumplir con lo que les hemos dicho. Por eso es importante tener claro lo que vamos a aplicar si hacen/no hacen algo. De lo contrario, nos estaremos quitando a nosotros mismos la autoridad, y eso hará que entiendan que lo que decimos cae en saco roto.

Si le decimos que si no recoge tiraremos los juguetes a la basura, pero luego no lo hacemos, o primero lo tiramos, y al rato lo sacamos, nuestra autoridad también se va a la basura.

** Nunca pegar es una opción: usar el castigo físico no lleva a nada bueno, y lo que están entendiendo es que la violencia física es justificable cuando estamos enfadados, y ellos también la aplicarán. Si me quitan un juguete, pego, si quiero un juguete, lo arranco, agredo, etc

6.- Aplicar el tiempo fuera: Le tenemos que explicar por qué su comportamiento es inaceptable y llevarlo al lugar designado como de «tiempo fuera». Por ejemplo: si tiras la comida, no puedes estar con nosotros en la mesa. Primera consecuencia: salimos fuera de la situación; Segunda consecuencia: pasado esos 2-3 minutos (no más para un niño de esta edad), ha de recoger lo que ha tirado antes de poder volver a sentarse. Ese tiempo fuera debe ser en un lugar que no tenga nada con lo que jugar, y a la vista, para que él/ella también vea que lo que se está perdiendo le gusta. No dedicarle atención en ese tiempo, ignorar llantos, patatelas, etc.

7.- Ignorar malos comportamientos: Solo buscan llamar nuestra atención, y si lo consiguen, es cuando refuerzan ese comportamiento negativo. Sé que es complicado a veces, pero siempre que podamos, hay que intentar que vean que haciendo lo que hacen no llaman nuestra atención.Es posible que la conducta de nuestro hijo empeore en vez de mejorar. Puede ser muy frustrante, pero indica que el hecho de ignorar la pataleta está funcionando. Nuestro hijo aumentará la intensidad de la pataleta para obtener nuestra atención porque sabe que su mal comportamiento funcionaba antes. Cuando aprenda que el hecho de portarse mal no sirve para captar nuestra atención, su comportamiento empezará a mejorar.

Cómo explicarles lo que esperamos de ellos o la norma:

  • Tenemos que ser claros, directos y concisos. Ponernos a su altura, comprobar que nos están escuchando y atendiendo también a nuestro lenguaje no verbal( cerca de ellos, con algo de contacto físico, con cara seria).
  • Hay que anticiparles lo que queremos que hagan, y qué pasará si no lo hacen.
  • Siempre que podamos, ayudarle. Si ve que tu le ayudas, querrá hacerlo más que si ha de hacerlo solo. Podemos ayudarle las primeras veces, y luego reforzarle el que ya no necesita ayuda porque lo hace muy bien.
  • Aplicar la consecuencia dentro de un tiempo prudencial. No podemos alargar una situación. Si hemos dicho que nos vamos (por ejemplo), damos una oportunidad, dos, pero no más. Ahí le podemos explicar que como hemos dicho una cosa y no la ha cumplido, la próxima vez no lo haremos. Haremos lo mismo si cumple lo que hemos acordado, mucho refuerzo positivo, para que vea que si él cumple, nosotros también.

Otros consejos:

  • No entrar al trapo, ni pensar que esto es un acto contra nosotros. Esto forma parte de su desarrollo y es sano que tengan una racha así. Pero debemos trabajarlo, y hacerles ver que en la vida hay normas, que no siempre podemos elegir, ni hacer lo que queramos.
  • Aprovechar situaciones de calma, positivas, para hacerle ver que cuando hacemos las cosas bien todo el mundo está contento, y a veces hasta tenemos una “recompensa” por ejemplo: un día que todo haya ido bien, sin prisas etc, podemos aprovechar a decirle: “como hoy nos hemos vestido pronto, y tenemos tiempo, podemos ir andando de la manita/con la moto/ir un poco al parque antes de ir a hacer la compra”…. lo que sea. Algo que sepamos que le apetece, y que le haga ver que haciendo las cosas bien todo va bien.
  • Intentar no hacer chantajes: llevarles premios para que se vengan con nosotros sin rechistar, tampoco es bueno que vean que la situación negativa que han provocado nos afecta (que no nos vean desbordados, o llorando).
  • Si hay una situación que se nos está descontrolando o que nos genera un problema diario, podemos usar un sistema de dibujos, pegatinas o algo así. Por ejemplo: si no queremos ir a la cama: Poner con dibujos la secuencia: cenamos – jugamos un poco – nos lavamos los dientes – cambiamos el pañal y nos vamos a la cama con un cuento. “Si hacemos todo esto, tus padres se quedan un minutito en la cama contigo2 (o lo que decidáis en casa). Podemos ir pegando stickers en cada acción  (eso les gusta mucho). Si lo hacemos así cada día, al finalizar la semana, o cuando tengamos X pegatinas, nos vamos a comprar un helado, o nos vamos al parque con las motos. Si no lo hacemos, tendremos que anticiparles la consecuencia: “papá y mamá no se quedan, no hay cuento, etc”
  • Recordad que somos nosotros los que ponemos las normas, y las condiciones, no ellos. a ellos les podemos dar a elegir, siempre dentro de lo que nosotros hayamos decidido.
  • Siempre es más fácil trabajar algún problema de este tipo en equipo, no cuando estamos solos, sin el relevo de la otra persona.
  • También podéis contar la situación en la escuela para seguir trabajando en equipo y que desde allí apoyen el acompañamiento de vuestro hijo  en esta etapa. 

Autora: Lucía Jorquera (Colegio Nclic)

Autoría: Beatriz Garcia


28 de mayo de 2024

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Se conoce como tono muscular al estado permanente de contracción parcial, pasiva y continua de los músculos”. Se trata del estado de reposo de los músculos que ayuda a mantener la postura corporal acorde para cada movimiento. (Definición de Julián Pérez Porto y Ana Gardey, 2012).

El movimiento surge del cerebro, desde el cual se envía la orden a los músculos a través de la médula espinal y los nervios periféricos.

El tono muscular incide directamente en las actividades que nuestros pequeños realizan cada día: guarda una estrecha relación con la postura y el movimiento, y también con los niveles de atención y los estados emocionales. Así pues, el tono muscular está directamente relacionado con los procesos de aprendizaje, por lo que un bajo tono (hipotonía) o un alto tono (hipertonía) puede interferir en estos. 

Es importante que desde que son bebés estimulemos su tono muscular con actividades como mecerles, acariciar y masajear todas sus extremidades de diferentes maneras, como por ejemplo con una pelota de masaje, realizar elevaciones y estiramientos del tronco muscular…

A continuación detallamos una serie de juegos y actividades que ayudarán a vuestros hijos a ejercitar el tono muscular. Los clasificaremos en actividades de motricidad gruesa y actividades de motricidad fina.

ACTIVIDADES DE MOTRICIDAD GRUESA:

  • El gateo desarrolla fuerza en las manos y estabilidad en hombros, aporta propiocepción en muñecas, codos, caderas, hombros y rodillas.
  • Suspensión en una barra: fortalece brazos y tronco.
  • Hacer el puente: Desarrolla la estabilidad de los hombros, brazos y manos.
  • Arrastrarse como soldados o como indios.
  • Girar sobre sí mismo.
  • Hacer la carretilla nos ayuda a fortalecer los brazos hombros y manos.
  • Saltar nos ayuda a fortalecer el tronco y las piernas: podemos animarles a saltar a la pata coja, con los pies juntos, saltar desde un bordillo, de un aro a otro.

ACTIVIDADES DE MOTRICIDAD FINA: 

  • Rasgar papeles de diferentes texturas y grosor (papel seda, de periódico, celofán…) estimula y fortalece el movimiento de las manos.
  • Abrir y cerrar pinzas de la ropa ayuda a trabajar los músculos de las manos.
  • Abrir y cerrar cremalleras.
  • Exprimir limones y naranjas con un exprimidor es un excelente ejercicio para desarrollar el control y la fuerza manual.

Una buena estimulación del tono muscular de nuestros hijos desde bien pequeños nos ayudará a prevenir dificultades de aprendizaje más adelante. Y recuerda, ante cualquier duda, siempre es aconsejable consultar a un especialista.

Autora: Beatriz García (Colegio María Teresa)

Autoría: Lucia Jorquera


14 de mayo de 2024

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Los bebés de alta demanda se caracterizan por ser muy, muy demandantes, y además ser poco dados a hacer concesiones.

Los bebés de alta demanda son bebés normales, que no tienen una patología (a no ser que su llanto e irritabilidad vengan como consecuencia de alguna patología o malestar, que debe siempre descartarse primero).

Características de un bebé de alta demanda, según Sears, doctor que acuñó el término y que procede del inglés ‘High Need Baby’:

  • Intensos: ponen energía en todo lo que hacen, al llorar, al comer, al reír, al protestar. Parecen siempre tensos, siempre necesitando un poco más de nosotros.
  • Hiperactivos: y no en el sentido del trastorno, sino como característica. Son niños con una mente siempre atenta e inquieta, como pidiendo estímulos continuamente… esos bebés que tienen que estar en brazos, y con mamá o papá moviéndose, para que así estén recibiendo constantemente información del exterior.
  • Absorbentes: demandan contacto, cariño, juego, brazos, y cuando ya parece que lo tienen todo, vuelven a la carga a pedir un poco más y luego un poco más; y para acabar, un poco más.
  • Se alimentan a menudo: para ellos, comer no es sólo recibir alimento. La succión les calma y tranquiliza y por eso comen de manera frecuente, incluso por las noches, cuando pueden llegar a hacer tantas tomas que las madres llegan a decir que «¡Esta noche no se ha separado ni un momento!».
  • Exigentes: cuando consideran que necesitan algo, lo piden para ayer. Son urgentes, no aceptan la negación y no suelen aceptar alternativa. Los padres suelen decir que tienen la sensación de «no llegar nunca a tiempo».
  • Se despiertan a menudo: Tienen problemas de sueño. No necesitan dormir demasiado, por eso les cuesta mucho conciliar el sueño, sobre todo si no está presente un adulto. Tardarán meses, incluso años, en hacerlo del tirón.Se despiertan a menudo, tienen un sueño ligero, y no suelen aceptar el sueño en soledad, en ningún momento del día. Las siestas las hacen en brazos o en portabebé y por las noches necesitan contacto casi continuo, con múltiples despertares cada noche.
  • Insatisfechos: parecen no estar nunca contentos con lo que tienen o consiguen, y los padres acaban preguntándose aquello de «¿Y ahora qué?».
  • Impredecibles: suele pasar que cuando los padres ya han encontrado las respuestas y parece que todo toma un cauce, aparecen nuevas preguntas y esas soluciones ya no sirven. Los padres acaban sintiéndose auténticos títeres de sus hijos, y esto genera dudas y confusión, al darse cuenta de que viven con la única misión de lograr que no llore, no se queje, no sufra…
  • Hipersensibles: se sobresaltan fácilmente con los ruidos, les molesta cuando pierden el control del entorno y no soportan tener «un guisante bajo el colchón». Reaccionan de manera exagerada a malestares físicos y emocionales, y lloran a la mínima molestia.
  • Necesitan el contacto continuo: brazos, muchas tomas de leche, contacto por la noche, porteo… son estrategias que se suelen utilizar, porque no saben vivir sin el cuerpo de su madre.
  • No se calman por sí solos: es cierto que casi ningún bebé sabe calmarse solo, pero a menudo son capaces de quedarse dormidos estando tranquilos, o dejan de llorar por sí mismos si tardamos un poco en acudir por la razón que sea, y los bebés de alta demanda no lo hacen. Es como si no superan relajarse de ninguna manera y siempre necesitarán la ayuda de los padres para ello.
  • Sensibles a la separación: no aceptan a otros cuidadores, y a menudo ni siquiera aceptan al padre. Las madres y padres suelen explicar que es como si vivieran un periodo de angustia de separación inacabable, incluso cuando ya gatean y caminan, en que difícilmente consienten estar sin la presencia continua de su cuidador principal, habitualmente la madre.
  • Dependencia del adulto. Su ansiedad por la separación es intensa. Necesitan mucho contacto físico. Estar cerca de sus padres, que les cojan la mano, que los sujeten en brazos, pecho a todas horas… Agotan a cualquiera.
  • Poseen un temperamento muy fuerte. «Quieren salirse con la suya a cualquier precio, lo que les lleva a tener grandes berrinches cuando se les niega lo que piden. Suelen ser considerados por su entorno como unos malcriados y caprichosos»
  • Son inteligentes, despiertos y curiosos. «Esta característica es muy evidente desde los primeros meses», señala Úrsula Perona. Son niños que no pierden detalle de lo que pasa a su alrededor, aprenden deprisa y preguntan mucho.

Y la pregunta del millón que se hacen los padres ¿Cómo se gestiona la crianza de un niño tan absorbente? 

«El primer paso es asumirlo. Debemos interiorizar la idea de que no lo estamos haciendo mal y que al niño no le pasa nada malo. Sencillamente y debido a su naturaleza, necesita más atención y cariño. A partir de ahí, el camino es más fácil. Porque no todo es malo. El niño de alta demanda será un adulto muy interesante. Todas esas características que en sus primeros años de vida nos desbordan harán que se convierta en una persona apasionada, inteligente, curiosa, perseverante, sociable y muy cariñosa», anima Úrsula Perona.

 

¿Cómo actuar ante un niño de alta demanda?

Respetemos cómo es y aprendamos qué es lo que necesita: Se nos olvida muchas veces que los niños son personas, que tienen días buenos y días malos. Que tienen estados de ánimo propios y complejos. Y que no podemos exigirles siempre lo mismo como si fueran robots.

Trabajemos nuestra paciencia, porque su perseverancia y su temperamento nos pueden llevar al límite.

Necesitarán un ambiente rico y estimulante que les permita explorar su gran energía y creatividad.

No intentar cambiarles, sino ayudarles a desarrollar todo su potencial. Como declara Úrsula Perona: “No será la maternidad o paternidad soñada. Con un poco de suerte, paciencia y cariño, será mucho mejor”.

No lo compares con nadie, ni con sus hermanos, si los tiene o con otro bebé, llámese vecino, sobrino, etc. Cada persona es única y las comparaciones pueden a la larga afectar su autoestima.

Aprender a delegar y a quitarnos la culpa como padres.

Ofrecerle los estímulos que demanda, y en un corto espacio de tiempo. Tienen un alto nivel de ansiedad. Si se les da rápido lo que necesitan su nivel de ansiedad va bajando, de lo contrario entramos en un bucle en el que el niño está cada vez más nervioso, los padres también, y luego cuesta más relajar la situación.

Refuerza su buen comportamiento con frases y acciones positivas, sobre todo cuando está calmado, sonriente y de buen humor.

No utilizar la violencia, reforzarías su lado negativo y afloraría su rebeldía.

No complacerlo tampoco en todo lo que demande, podría utilizarlo más adelante para manipular.

Canalizar sus emociones, con prácticas de relajación, yoga o algún deporte de baja intensidad.

Actuar con muchísima calma y mucho amor ante una rabieta, pero a la vez con firmeza.

– Si te sientes agotado física y mentalmente, es válido pedir la ayuda de un familiar o cuidador, eso te ayudará a liberar tensiones. Recuerda que somos humanos y en cualquier momento puedes perder los estribos y/o caer en depresión.

– Si ves que no puedes con esta situación, que no sabes controlarla y que se te sale de las manos, busca ayuda profesional con psicoterapeutas infantiles.

Y por último, una aclaración, estos niños no son hiperactivos, son muy activos. Se concentran con mucha facilidad en lo que realmente quieren o les interesa, al contrario que los niños hiperactivos.

Autora: Lucía Jorquera. Colegio Nclic

Autoría: Leticia Rodriguez


13 de mayo de 2024

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¿Qué es “tiempo de calidad”?

Por la palabra “calidad” se puede pensar que es “tiempo agradable”, pero ¿tener un conflicto más o menos desagradable y solucionarlo no es tiempo de calidad? ¿Tomar una decisión familiar que quizá no guste a todos tampoco lo es? ¿Decir «no» a un hijo para un bien mayor lo es? ¿Asumir consecuencias? ¿Perder el tiempo mientras se podía hacer otra cosa?

Por otro lado: ¿hacer un “super plan familiar” significa siempre “tiempo de calidad”?

¿Y si alguno no lo ha disfrutado como esperaba? ¿Y si han surgido problemas o peleas? ¿Si alguno aún estando presente se ha sentido “fuera”?

Después de 26 años intentando gestionar junto a mi marido una familia muy numerosa, llego a la conclusión de que no hay fórmulas mágicas, y además cualquier plan muy bien intencionado puede volverse lo contrario en un segundo porque somos personas con limitaciones, con alma, sentimientos y pensamientos distintos. Esto, que es precisamente lo que nos hace únicos, hace también que en ocasiones no nos entendamos o no estemos en el mismo punto.

Hay momentos en la vida en los que, aparentemente, no estás dando a tus hijos ese tiempo. Creemos que no llegar a cubrir sus caprichos, no ir a hacer planes excepcionales, no tener unas súper vacaciones o, simplemente no llegar a educar en la teoría perfecta nos hace peores padres. Yo diría más bien que aprender del día a día de la manera que se presente, adaptarnos y reconocernos limitados, capaces de errar y levantarnos, hace a la familia más fuerte. 

Los hijos pueden aprender mucho en la precariedad y al ver una familia que se levanta de las caídas y los errores.

Vivimos en un tiempo en el que los padres nos quejamos de no tener tiempo, y es cierto, pero tampoco el tener todo el tiempo asegura que este sea de calidad.

Ideas para convertir momentos del día a día en tiempo de calidad: 

  • Aprovechas los traslados en coche en el que alguno te cuenta lo que considera muy importante o algo que le ha sucedido en el cole es una oportunidad para asentir por el espejo haciendo que sienta que te importa y que le comprendes, es calidad.
  • Mirar y sonreir a tu hijo en lo cotidiano. Por ejemplo: cuando tu hijo está intentando coger una hormiga con sus manos rechonchas y al levantar los ojos ve que tú le estás mirando, le sonríes y animas a seguir con un gesto. 
  • Hacer juntos las tareas de casa. Por ejemplo: al doblar la ropa con uno de ellos y que al acabar puedas decirle: “me encanta estar contigo”. 
  • Dar un abrazo cuando se enfade. para que pueda calmar la ansiedad de una rabieta (por algo que no ha conseguido, o que no va a conseguir). 
  • Compartir con él o ella lo cansado que estás y poder pedir y aceptar su ayuda, es calidad.
  • Cocinar juntos. Cuando se hace un bizcocho quizá por puro aburrimiento, pero resulta que es el preferido de su hermano y se lo comen en 2 min juntos, eso es calidad. 

Como idea final, todo aquello que haga a un miembro de la familia sentir que pertenece a ese núcleo, que importa y que puede aportar cosas buenas, son momentos de calidad. Y, además, sentir que se puede equivocar y que allí recibirá la ayuda necesaria para levantarse de nuevo es tremendamente sanador. 

Hay un momento que quiero compartir que me ocurrió hace poco. Por circunstancias varias tuve que pedir a mi hijo de 2 años que me acompañase a poner una lavadora en el piso de abajo. La realidad es que no debía dejarle solo y que no tenía tiempo para esperar que alguno le vigilase. Entonces, él, que recibió un mensaje de “tú puedes ayudarme y quiero estar contigo” (aunque no fuera la primera intención), dándome la manita me dijo: “te quiero mucho mami” (con su lengua de trapo). En ese momento algo me impulsó a sentarme en el escalón, mirarle a los ojos y decirle: “Gracias cariño, yo también te quiero mucho”.

Claramente no fue un momento costoso económicamente, ni un plan extraordinario, tampoco me quitó mucho tiempo, pero evidentemente supuso un momento de “tiempo en familia de mucha calidad”.

Dejemos que nuestro instinto de padres nos guíe acompañados de personas que nos aporten en esta labor y tengamos en cuenta que: “el amor salvará al mundo” y que: “El amor siempre vence” (San Juan Pablo II).

Autora: Leticia Rodríguez Martínez. Profesora de Educación Infantil y esposa y madre de ocho hijos. Colegio Maria Teresa

Autoría: Lucia Jorquera


29 de abril de 2024

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Si no están en el suelo y les llevamos nosotros de un lado a otro, no generan esa necesidad de moverse por ellos mismos.

Si lo acompañamos de música, canciones etc, será aún más agradable para ellos porque al fin y al cabo, es un momento de juego.

También es importante que les acompañemos en el proceso. Si moverse, arrastrar, gatear, implica que: si lo hago, me acerco a mis juguetes, a mis padres, etc… será mucho más placentero para ellos.

Una vez que lo han conseguido y lo hacen por sí mismos, no hará falta estar tan presentes porque ellos mismos nos vendrán a buscar.

Cómo ayudarles en el proceso: 

Buscaremos una superficie dura, limpia y libre de peligros, ya tendrán tiempo de gatear o arrastrar por una cama, sofá etc…

Tumbados boca arriba: 

  • Movimientos con las piernas tipo bicicleta alternando las piernas.
  • Con ambas piernas a la vez flexionadas, llevarles las rodillas hacia el pecho. 
  • Hacer que la mano derecha toque la rodilla y/o pie izquierdo y viceversa. 
  • Con las piernas flexionadas, hacer círculos con ambas piernas a la vez.

Tumbados boca arriba y con nosotros frente a ellos: haciéndoles “presión “ contra sus pies para que ellos “nos empujen” y hagan fuerza en las piernas.

En posición de gateo: 

  • Hay que asegurarse que las manos, piernas (rodillas) y pies están completamente apoyados en el suelo. Empujamos suavemente el culete para que vean que la idea es avanzar hacia adelante. No hace falta que avancen al principio, simplemente ese balanceo del culete.
  • Buscamos un obstáculo, que puede ser nuestra pierna, un cojín de lactancia, o algo similar. Les colocamos en posición de gateo, de tal forma que las manos queden por delante del obstáculo, y las piernas por detrás. Les mantenemos la postura, ayudándoles si es necesario elevándoles el culete o flexionando sus piernas (deben estar apoyadas de la rodilla al pie).
  • Les ayudamos a desplazarse, moviendo una mano, luego la pierna contraria, y viceversa, o solo las manos, para que ellos tengan que avanzar con las piernas. Si tienen un objeto que les interese delante les ayudará a querer avanzar para cogerlo.

En posición de arrastre:

  • Les ponemos un “túnel” para que arrastren y pasen por debajo. En las aulas de Educación Infantil de Arenales tenemos módulos arqueados, pero puede servir una silla o nosotros mismos haciendo de túnel para que ellos pasen entren nuestras piernas.
  • Si les ponemos en una superficie elevada haciendo rampa, eso les ayudará a que tengan que levantar el culete para avanzar.

Autora: Lucia Jorquera. Colegio Nclic

Autoría: Claudia Creixems Chas


17 de abril de 2024

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La comida usualmente nos produce relajamiento y satisfacción, así como también cumple una de las necesidades básicas del hombre. Es por ello que, al comer todos juntos, es más fácil que se obtenga un tiempo de calidad. Al tener ese momento concreto al día en el cual toda la familia está reunida, nos proporciona un espacio de recogimiento y dedicación en el cual todos los integrantes pueden participar y escucharse unos a otros. 

Comer en familia, a su vez, enseña a los niños a: 

  • Mantener una conversación y les suministra la mayor parte de su vocabulario. 
  • Asimilar la historia y los valores de la familia y aplicar esos valores a su vida cotidiana y a los problemas y oportunidades que encontrarán más adelante.
  • Convertir esos valores en virtudes alrededor del acontecimiento en concreto: 
    • Pedir por favor. 
    • Agradecer. 
    • Colaborar en las tareas domésticas 
    • Esperar el turno para hablar.
    • Ayudar en la preparación de platos sencillos (por ejemplo, ensaladas), poner la mesa, recoger los platos, fregar o sacar la basura.
    • Estar atento a las necesidades de los demás
    • Levantar el ánimo con una anécdota divertida, generosidad para dejar a otro la mejor porción de postre. 
  • Aprender y practicar las buenas formas en la mesa. Una comida que reúne a la familia entera –y que no es saboteada por la televisión o el teléfono– es el entorno ideal para aprender a comportarse. Desde pequeños, verán el ejemplo de sus padres y adquirirán buenas maneras. Comer juntos no es todo cuando se trata de intimidad familiar y del bienestar de los pequeños; pero sin duda es una parte y, como Weinstein sugiere, la parte más factible.

Muchas veces a los niños les cuesta hablar de su día a día, pero no tenemos que limitarnos a eso para poder tener una conversación con ellos.

A continuación, os dejamos una serie de preguntas divertidas que os ayudarán a pasar un buen rato con vuestros hijos y a conocerlos mejor: 

  • Si tus juguetes pudiesen hablar, ¿Qué crees que dirían?
  • Si del cielo lloviera comida, ¿Qué tipo de comida te gustaría?
  • Si nuestra familia viviese en un zoológico, ¿Qué animal sería cada uno?
  • ¿Qué es lo mejor que te ha pasado en el cole?
  • Si te pudieras convertir un día en un animal, ¿Cuál serías y por qué?
  • Si pudieses convertirte en un personaje de tus cuentos, ¿Cuál de todos ellos te gustaría ser?
  • Si tuvieras un dragón como mascota, ¿Cómo lo llamarías?
  • Si pudieses abrir una tienda, ¿Qué venderías?
  • Si te encontraras una lámpara de un genio mágico, ¿Cuáles serían tus tres deseos?
  • ¿Qué es lo que más te hace reír en el mundo?
  • ¿Qué cosa nos prepararías para cenar hoy si pudieses?
  • Si estuvieras atrapado en una isla desierta, ¿Qué tres cosas te gustaría tener?
  • ¿Cuál es tu día favorito de la semana?
  • Si pudieras ser cualquier personaje de Disney, ¿Cuál serías?
  • ¿Cómo organizarías la mejor fiesta del mundo?
  • Si pudieras inventar un nuevo sabor de helado, ¿Cuál sería?
  • ¿Qué harías si te encogieran al tamaño de una hormiga?

La familia buscará ayudar a los más pequeños a moverse libremente por un universo de valores para que aprenda a conocer, querer, e inclinarse por todo aquello que sea noble, justo y valioso. Se encargará de educar moralmente porque son los valores los que enseñan al individuo a comprometerse como hombre, establecer una jerarquía entre las cosas, y llegar a la convicción de lo que de verdad importa.

Autora: Claudia Creixems. Colegio Maria Teresa