Autoría: Lucia Jorquera


13 de noviembre de 2024

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Para ello es fundamental crear un apego seguro en nuestros bebés, es decir, un vínculo emocional seguro y  sano. Una relación con nosotros basada en la confianza y el afecto que les irá proporcionando,  según vayan creciendo,  una buena autoestima y las herramientas necesarias para ir poco a poco enfrentándose a la vida.

¿Cómo podemos construir un apego seguro?

Para comenzar, tenemos que aceptar a nuestros hijos e hijas tal y como son. Respetar lo que sienten y cómo lo sienten. Solo así podremos ayudarles a gestionar los problemas. No podemos pretender que un niño se acepte a sí mismo (o a los demás) si nosotros no les proyectamos eso mismo. Eso no significa que: “como estoy furioso, puedo agredir al de al lado, o romper un objeto”. Habrá que ir enseñándoles precisamente a eso, a gestionar esas emociones, entendiéndolas y encaminándoles a saber expresarlas y controlarlas.

Si desde pequeños estamos a su lado, mostrándoles nuestra empatía, nuestro cariño y nuestro apoyo, ellos sentirán seguridad, serán capaces de mostrar lo que sienten, de expresar cómo se sienten de manera adecuada y aprenderán a gestionarse. Ellos sabrán que nosotros siempre estaremos a su lado si nos necesitan, y así mismo se sentirán con la seguridad y confianza en nosotros para pedirnos esa ayuda, sin miedo al rechazo, sin miedo a sentirse incomprendidos. Esto está muy unido a la exploración de su entorno (físico y social). Si no les damos confianza y seguridad en sí mismos, no serán capaces de soltar nuestra mano para explorar, para relacionarse con otros. 

Tenemos que estar ahí para atenderles, ayudarles a calmarse (cuando son pequeños no saben hacerlo solos). ¿Por qué un bebé que está llorando,  cuando su madre le coge se calma? Por ese vínculo, esa tranquilidad y seguridad que siente con ella. Quizás no sepamos qué le pasa o cómo le podemos ayudar, pero ese simple abrazo ya es un mundo para ese bebé.

Cuando son un poquito más mayores (2-3 años) muchas veces no saben lo que les pasa, o no son capaces de verbalizarlo. Se sienten desbordados (y nosotros como adultos también) pero un abrazo, sentarnos  a su lado y hacerles ver que estamos con ellos les tranquiliza, se van relajando y a partir de ahí es cuando podemos empezar gestionar el problema. Siempre desde la calma.

No solo el contacto físico es importante, sino el contacto visual, la escucha activa. Sentirnos escuchados, ver como papá o mamá le están mirando, observando y escuchando les hace sentir que realmente nos importa lo que les está pasando. A nadie nos gusta estar hablando a otra persona y que no nos mire a la cara, o parezca que no nos está escuchando porque a la vez está haciendo otra cosa. Démosles la importancia que se merecen. No podemos atenderles si a la vez estamos contestando a un mail o poniendo la cena. No cuesta nada dejar un momento lo que estemos haciendo y dedicarles la atención que merecen. 

Otra parcela importante del apego seguro es darles la confianza en sí mismos necesaria para que vayan afrontando solos sus pequeñas inseguridades, vayan enfrentándose a su pequeños-grandes retos. Ellos son capaces, pero muchas veces nuestros propios miedos no nos permiten dejarles “volar”. Tienen que aprender a saltar, caerse y levantarse. Y ahí estaremos nosotros si nos necesitan, pero muchas veces nos adelantamos a esa caída por evitar que sufran, sin darnos cuenta de que no les estamos haciendo ningún favor siendo su colchón permanente. Caemos en la sobreprotección.

Crear un apego seguro desde el nacimiento nos dará un niño con buena autoestima, confianza en sí mismo, y con las herramientas necesarias para poco a poco enfrentarse al mundo. 

Autor: Lucía Jorquera (Colegio Nclic)

Autoría: Chema


4 de noviembre de 2024

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Cada año, cada curso y cada clase son diferentes, y como buen maestro es esencial adaptarse a las cualidades y necesidades de cada alumno. No siempre funciona lo mismo para todos, por lo que es necesario contar con una variedad de recursos disponibles para que el aprendizaje pueda llegar a cada uno.

¿La mejor metodología? En primer lugar, siempre será aquella que se hace desde el corazón, con cariño. Todo lo que se hace con amor tiende a dar buenos resultados. Ahora bien, después de esto, ¿Qué podemos hacer en el aula para conectar con nuestros alumnos?

Si combinamos distintos métodos, podemos contar con una amplia gama de posibilidades. A través del juego, podremos motivar a cada alumno, despertando su interés y ganas de aprender.

De María Montessori, podemos aprender el valor del orden, la concentración, el cuidado del material y la relación con la vida cotidiana.

 

 

También podemos incorporar el cubo de aprendizaje, inspirado en Reggio Emilia. Este método estimula todos los sentidos y potencia tanto la capacidad emocional como intelectual de cada alumno. Usamos una gran variedad de materiales que podemos adaptar según la temática y las fechas del calendario. En este caso, hicimos una propuesta otoñal, basada principalmente en el color amarillo, en una clase de 1 a 2 años.

El cubo de experiencias es un juego libre que permite a cada niño explorar a su propio ritmo los elementos a su alrededor, desarrollando su imaginación y su deseo de descubrir y aprender.

 

 

¿Qué más actividades podemos incluir en el día a día? ¡La tuff tray! Curiosamente, su origen está en el Reino Unido como una bandeja grande y resistente pensada para mezclar cemento en obras de construcción, pero pronto se volvió popular en la educación infantil. Ofrece una gran variedad de usos: actividades sensoriales, juegos de agua, propuestas temáticas, y mucho más. Su tamaño permite que varios niños jueguen juntos, explorando los diferentes materiales de forma creativa.

 

 

Y para finalizar… ¿Qué opinamos de las fichas? No son tan malas si se usan ocasionalmente. Permiten reforzar el contenido trabajado y centrar la atención en un espacio reducido durante unos momentos, ayudando a los niños a concentrarse desde edades tempranas. Son muchos sus beneficios ya que nos ayudan a desarrollar habilidades motrices finas, como el trazo y la coordinación mano-ojo. 

Desde la etapa de infantil es importante entender que no existe una única metodología válida en la enseñanza; en realidad, cada enfoque tiene sus propias ventajas. 

Al integrar en el aula diversas estrategias y técnicas, podemos ofrecer una experiencia de aprendizaje más rica y variada. Esto no solo es enriquecedor para el desarrollo de los niños, sino que también les permite explorar diferentes formas de aprender y crecer. Al valorar y aplicar metodologías variadas, estamos construyendo una base sólida para un futuro lleno de posibilidades.

En resumen, si combinamos un poco de cada método, podemos formar grandes personas con grandes futuros, los días serán mucho más amenos y más divertidos, ¡A por ello!

Autor: María Jesús Olmo  (Colegio Alborada)