Que nuestros hijos tengan una buena relación entre ellos o se lleven como el perro y el gato, depende en gran medida de lo que nosotros fomentemos. Esa relación es un pequeño árbol que tenemos que regar, podar y cuidar para que crezca sano y fuerte.
Antes de nada, hemos de asumir que cierta rivalidad entre ellos es absolutamente normal. Peleas y discusiones serán habituales en casa y no hay que alarmarse ni preocuparse. Pero sí podemos fomentar una buena sintonía para que la buena relación fluya y seamos todos parte de un mismo equipo.
Compartimos algunos tips para gestionar y mejorar la relación entre hermanos:
- Ser consciente de que cada uno de nuestros hijos es diferente, con distinta forma de ser. Les queremos a todos por igual, pero de distintas formas.
- Evitar tratarlos por igual. A veces hay una pequeña obsesión en el trato igualitario. Si son distintos entonces cada uno tendrá unas necesidades distintas en uno u otro momento. Les tendremos que dar lo que necesita cada uno, y eso no tiene por qué ser necesariamente lo mismo.
- Debemos tratar de evitar esas comparaciones. Son distintos y por ende, no debemos caer en la tentación de “hacerles iguales”. Uno será más hábil, otro más responsable o más cariñoso, y eso no les hace mejores o peores.
- Una de las claves es conocer bien a cada hijo y reconocer las cualidades y el potencial que tiene cada uno.
- Exigir a cada uno lo que podemos exigir. No sólo por las distintas maneras de ser sino también por la edad. No podemos pedir lo mismo a un hijo de 10 años que a uno de 7. Es un equilibrio difícil de conseguir, porque aquí entran también las pequeñas envidias y celos, pero según vayan creciendo ellos irán entendiendo este matiz. Cuando son pequeños es muy complicado entenderlo.
- Otra rama de este árbol de la relación entre hermanos es el respeto. Algo que muchas veces en casa vemos que no se cumple. Niños que fuera de casa (en el colegio, en el entorno social) son muy respetuosos con los demás, pero no lo son con sus hermanos. Han de respetar sus gustos, sus manías, su habilidades y debilidades, sus sentimientos…. Muchos de los pequeños conflictos que vemos en casa vienen por una falta de respeto a la propiedad. “Me ha quitado esto”, “No quiero que entre en mi cuarto”, etc. Y ese respeto, ha de ir también en línea ascendente/ descendente. Si nosotros como adultos no les respetamos, será complicado que lo hagan entre ellos.
- Es positivo darles momentos de exclusividad, sobre todo cuando son pequeños. Que cada uno de ellos tenga algún momento suyo, en el que él sea el protagonista o en el que nos tengan un ratito sólo para ellos. Es bueno que se echen de menos a veces, que tengan cosas que contarse. Al igual que en una relación de pareja cada uno ha de tener su pequeña parcela, los hermanos también han de tenerla. No pueden estar 24hrs al día juntos.
- Sentir que la familia es un equipo, y ellos han de ser parte de él, sentirse uno más. En un equipo todos son importantes, todos tienen su función. Si tenemos objetivos comunes es más fácil que la relación sea buena. Si cada uno rema en una dirección el barco no avanzará. Buscar momentos en los que toda la familia hagan actividades juntos. Nuestro dia a dia y la dificultad de conciliar trabajo y familia nos absorbe tanto que no nos damos cuenta de que cada vez pasamos menos tiempo en familia. Hay que buscar tiempos en los que todos disfrutemos de momentos de calidad.
A pesar de todo, habrá conflictos, momentos de discusión, y ellos tendrán que aprender a gestionarlos. No podemos estar mediando siempre entre ellos. Nuestra tarea será ir dándoles herramientas para que, según vayan creciendo, puedan hacerlo ellos mismos. Y nosotros siempre estaremos allí si nos necesitan.
Tener hermanos es una inmensa suerte. Un compañero de juegos, de confidencias, muchas veces el guardián de nuestros secretos, nuestro cómplice.
Ese vínculo entre ellos es uno de los más importantes que van a tener en su vida y hay que cuidarlo y regarlo cada día para que crezca sano y fuerte.
Autor: Lucía Jorquera (Colegio Nclic)